¡Sí, somos gemelas! Y cuando éramos pequeñas, pasábamos las tardes cantando, bailando e inventando historias y personajes juntas; ¡nos encantaba preparar espectáculos para la familia! Laura era muy extrovertida, mientras que Anna era bastante tímida, así que nuestros padres nos apuntaron a la actividad extraescolar de teatro en la escuela para cubrir las necesidades de cada una.

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¡La experiencia marcó un antes y un después en nuestras vidas! A los 12 años, nuestro profesor de interpretación nos recomendó presentarnos a un casting cerrado, y así comenzó nuestra trayectoria profesional bajo la dirección de Sergi Belbel y Toni Casares con la obra de teatro "La Sang" en la Sala Beckett.

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Desde entonces, decidimos formarnos y vivir de nuestra pasión: el Teatro Musical, trabajando simultáneamente en las oportunidades artísticas que surgían ("Annie" de Luis Ramírez, "Into the Woods" con Dagoll Dagom, "El Libro Mágico" de Gisela de Operación Triunfo, "Penso en you" de Imma Colomer, "Satisfaction" de Blanca Bardagil, "Acústic Broadway" de Daniel Anglès, entre otros proyectos...).

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Evidentemente, como en todos lados, también tuvimos experiencias difíciles en nuestra formación:

• Clases Masivas: La dificultad de aprender en una clase con más de 30 alumnos, donde se competía por estar en primera fila en una clase de danza. Esta dinámica generaba ansiedad, rivalidades y dificultaba la atención personalizada por parte del profesorado.

• Competitividad: Los tratos preferenciales contribuían a un ambiente de competitividad tóxica. Esto a menudo creaba inseguridades, división entre los estudiantes y mermaba el espíritu colaborativo.

• Falta de Empatía del Profesorado: Es crucial que el profesorado tenga en cuenta las circunstancias personales de los estudiantes al exigir unos resultados.

• Descompensación entre Disciplinas: En algunas escuelas de artes escénicas encontrábamos una descompensación en la presencia de ciertas disciplinas, con un enfoque predominante en áreas concretas y una falta de equidad en recursos y apoyo.

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Y aquí es donde decidimos crear la escuela que nos hubiera gustado tener a nosotras.

En el año 2011 fundamos EXIT con el objetivo de ofrecer una formación que pone en el centro a la persona y no solo sus habilidades y capacidades artísticas. Cuidamos y acompañamos tanto el proceso como al alumnado que decide confiar en EXIT: desde la infancia hasta la edad adulta, de manera respetuosa y profesional.

Continuamos escuchando y valorando a nuestro profesorado, alumnado y familias para ver qué podemos mejorar año tras año, y que sea una experiencia positiva y única para ti.